Confucio y su fórmula para un liderazgo sólido: "Si quieres estar en pie, ayuda a que otros se levanten"
El liderazgo ha evolucionado a lo largo de los siglos desde el poder impuesto hacia modelos basados en la ética, la coherencia y la inspiración personal
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Confucio dejó una de las grandes lecciones de liderazgo de la historia, una enseñanza que en pleno siglo XXI sigue siendo utilizada por expertos para explicar por qué la autoridad auténtica nace de la virtud y no del poder: “si quieres estar en pie, ayuda a que otros se levanten; si quieres prosperar, ayuda a otros a prosperar”. Mucho antes de que los modelos actuales pusieran el foco en la humanidad y la coherencia, el maestro chino ya había señalado el origen profundo del liderazgo que perdura.
En una época marcada por cargos vacíos y apariencias, el pensamiento del filósofo continúa siendo una referencia. Según explican los textos atribuidos a Confucio, él mismo renunció a un cargo público al comprobar que no podría ejercerlo con rectitud entre personas de malas intenciones. Su visión situaba la virtud en el centro del liderazgo y subrayaba que “un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso”, frase que recoge una de sus citas más conocidas.
Coherencia ética
El maestro chino insistía en que la autoridad genuina nace de la coherencia interior. En Las Analectas aparece la idea de que quien puede conducirse a sí mismo con rectitud no debería tener dificultades para gobernar, pero que quien no logra hacerlo tampoco podrá guiar a otros. Para Confucio, el ejemplo cotidiano, los gestos que no se ven y las decisiones tomadas en privado representaban el núcleo moral que sostiene la confianza de un grupo o una comunidad.
Esa coherencia debía apoyarse en valores esenciales. Confucio defendía que, si el contexto comprometía la integridad, era preferible renunciar antes que traicionarse. Y también advertía del desgobierno que trae la falta de equilibrio: “Nadie te detestará si eres riguroso contigo y suave cuando corrijas a los otros”, afirmaba, acompañando esta idea con otra máxima muy citada: “Exígete mucho más a ti mismo y espera poco de los demás, así te ahorrarás disgustos”
Si quieres estar en pie, ayuda a que otros se levanten; si quieres prosperar, ayuda a otros a prosperar
Su propuesta sigue teniendo plena vigencia en un entorno donde la fama tiende a construirse sobre máscaras. El líder que imaginó Confucio es aquel que inspira con integridad, exige primero de sí mismo y guía a las personas desde la empatía y no desde el miedo. Una visión antigua, pero sorprendentemente actual, que continúa señalando el camino hacia un liderazgo más humano y más sólido en todos los ámbitos de la vida.
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