¿Quién es el fanático?
Destrozar la imagen de Charlie Kirk tras su muerte no sólo es de subnormales izquierdistas de mal gusto, es despreciable
Por ZOÉ VALDÉS
Cuando se trata de llamar fanático a alguien que acaba de ser asesinado y que proponía siempre el debate y el diálogo, no sólo se es un insensato; se es, entonces sí, un extremista fanático aburrido que defiende el crimen por encima del derecho a la convivencia. Se es indecente. Charlie Kirk fue un hombre de ideas que proponía y daba la oportunidad de enfrentar esas elocuentes ideas mediante la confrontación mediática y con la fuerza única de las palabras.
Charlie Kirk fue sobre todo conocido por su papel como líder juvenil conservador y fundador de la organización Turning Point USA. Defendía la libertad de expresión y fomentaba debates públicos, buscando siempre que las diferencias ideológicas se resolvieran a través del diálogo y no del enfrentamiento violento. Su legado reside en haber impulsado espacios donde se discutían ideas diversas, sin miedo a la controversia ni a la confrontación intelectual. Un hombre de paz, de familia, de Dios, de derechos humanos.
Los que atacan a un hombre como Charlie Kirk y se burlan de su obra, no sólo son mezquinos e intolerantes, son además cómplices del odio. Al denigrar su herencia, perpetúan una cultura de odio que impide la auténtica convivencia democrática. De este modo, contribuyen a que la intolerancia se normalice, negando el valor del intercambio respetuoso de ideas.
De hecho, han perdido en el terreno del pensamiento, del conocimiento, de la humanidad; son finalmente perdedores. Su incapacidad para debatir con altura y respeto revela una profunda crisis intelectual y moral que los deja sin argumentos, recurriendo únicamente a la descalificación y el agravio. Cada vez se quedarán más solos y más aislados en sus majaderías y sinsentidos.
Sin pensar en la viuda, en los hijitos, en los padres, familiares y amigos, el odio se extendió como la pólvora por las redes sociales. Lo peor del ser “humalo” en su máxima expresión reapareció. La falta de empatía surgió evidente en cada comentario malintencionado, donde la tragedia personal quedó relegada ante la furia de las opiniones y la necesidad de destruir la memoria de quien ya no puede defenderse. Así, la compasión y el respeto por el dolor ajeno parecen haberse evaporado en una sociedad cada vez más polarizada y deshumanizada.
El 10 de septiembre del 2025, mientras un fanático asesinaba a un santo del verbo y de la paz en un campus universitario en Utah, en otra parte, en París, alguien descubrió un hermoso Cristo crucificado de Rubens, que se creía perdido, la cabeza dramáticamente ladeada hacia la izquierda, como protegiendo el lado del cuello que se convertiría en diana del terrorista de izquierdas woke y LGBT, quien disparaba fría y calculadamente a un hombre desarmado…, envuelta la cadera en una túnica ensangrentada, las piernas tensas, la cruz luminosa. Dios no cesa de enviar señales, pero el hombre de hoy aspira a tener de todo menos Fe, a opinar acerca de todo con frivolidad, y a olvidarse de la oración, que es lo único que dignifica y cura.
Francamente, lo único que tengo como respuesta para esa gente demoníaca y malvada es mi más profundo desprecio, y a la manera martiana mi pecho para que lo hiera más, si es que se atreven. Porque ante la vileza y la cobardía, sólo queda el coraje de resistir con la frente en alto, sin rendirse jamás al odio ni a la provocación. La verdadera fuerza está en no dejarse contagiar por su mezquindad, en defender la verdad y la justicia con firmeza y nobleza de espíritu.
Charlie Kirk ha alcanzado la inmortalidad en la eternidad de la verdad y la compasión. Su ejemplo trasciende la vida terrenal, recordándonos que los principios firmes y el respeto hacia los demás perduran más allá de la muerte. Así, su huella continuará inspirando a quienes creen en la fuerza del diálogo y la importancia del entendimiento humano.
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TOMADO DE ¿Quién es el fanático?
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