¿Son normales las olas de calor en Europa meridional de este verano? Si
Olas de calor en Europa, verano de 2025.
“Europa se abrasa”. Titular del principal diario de izquierda dura de España, El País, a mediados de agosto de 2025.
“Europa se derrite con otra ola de calor extremo”. Titular del diario digital público de Alemania (dirigido por la izquierda), DW, a finales de junio de 2025.
“El calor extremo es asesino”. Titular de la versión española de la web de la principal cadena TV progresista de EE.UU., CNN España, a mediados de agosto de 2025.
¿Les parecen a Vds. normales estos titulares? Para mí son titulares propios de escritos estrictamente propagandísticos, que únicamente buscan crear temor en sus lectores de un modo irracional, para que acepten todos los multimillonarios impuestos y subvenciones “verdes” que el ecologismo exige a los ciudadanos.
Esto es lo que hacen todos los días los lobbies ecologistas desde que renunciaron -hace varias décadas– a informar seriamente y crear conciencia de los peligros medioambientales que ellos percibían o creían percibir.
Y casi todos los medios de comunicación de los países occidentales -incluidos muy especialmente los medios públicos, como RTVE en España y la BBC en Reino Unido- se han sumado a la operación de difundir el catastrofismo climático, sin permitir que los investigadores ni los políticos discrepantes –escépticos– puedan expresarse.
Lo que está bastante contrastado y aceptado por la investigación científica y lo que no lo está, persistiendo un agudo debate
— Las olas de calor se están haciendo más intensas y frecuentes en Europa del sur. Nadie cuestiona esto, ya que es evidente.
— También hay un acuerdo muy amplio sobre la probabilidad de que el calentamiento global, causado por el aumento en la concentración del CO2 y de los demás gases de efecto invernadero esté contribuyendo a esta intensificación del fenómeno de las olas de calor … pero continua la discrepancia en torno a cuánto está contribuyendo: ¿es decisivo o un factor más entre otros varios?
— Dicho sea de paso, resulta una evidencia bien comprobada que dicha concentración del CO2 en la atmósfera está aumentando desde, aproximadamente, 1850, como consecuencia de la industrialización primero de países europeos y de Norteamérica, con el consiguiente incremento en la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), sin los que no habría habido el incremento de la productividad de dichas economías y la elevación general del nivel de vida.
Ahora bien, ya que la incidencia de los humanos en la concentración del CO2 y, con ello, en el clima global se ha convenido unánimemente en aceptar que empezó en torno a 1850 (hace 175 años), todas las variaciones anteriores se debieron exclusivamente a los fenómenos climatológicos naturales, tales como los cambios en la radiación solar, cambios en la nubosidad terrestre en la que inciden -entre otros factores- los rayos cósmicos, el vulcanismo, cambios de la órbita terrestre, variaciones de las corrientes marinas, los cambios en la cantidad de calor acumulado en los océanos, etc.
Los efectos de los factores naturales en los cambios en el clima siempre han actuado y lo siguen haciendo … aunque los ecologistas lo nieguen indirectamente
Los ecologistas radicales (o sea, actualmente casi todos ellos) y sus portavoces y corifeos en los medios de comunicación (como los diarios españoles El País, El Mundo y, en buena medida, ABC) incurren sistemáticamente en una aguda infravaloración de todo lo relativo a la incidencia de las causas naturales en los cambios en el clima del Planeta.
Con ello, pretenden que cualquier alteración actual del clima se debe enteramente a la incidencia humana (o cambio climático antropogénico) … la cual, no obstante, únicamente ha sido perceptible desde más o menos 1850, como ya dije.
En los pasados millones de años no sólo los humanos no podían incidir sobre el clima, dado su reducidísimo número (unos 300 millones en la época de Jesucristo, hace 2.025 años) y su forma de vida primitiva, sino que lisa y llanamente no existían. Hay una aceptación generalizada entre los investigadores de que los humanos aparecieron hace unos 300.000 años en África.
Que el clima cambie no significa que todo el cambio se deba a la influencia de los humanos a través de la generación de CO2, etc.
Desde hace millones de años nunca la temperatura de la Tierra ha permanecido estable, sino que ha sufrido enormes variaciones, debidas enteramente a causas naturales … como nos enseñaban antes en los colegios.
Temperatura terrestre global durante los pasados 65 millones de años
(Desviación con respecto a la media del periodo 1850 a 1900: inicio de la industrialización mundial)
Fuente: NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration)
La agencia federal estadounidense NOAA, como prácticamente todos los demás centros de investigación, ofrecen una estimación de la evolución mundial del clima en la que prácticamente nunca ha estado estable, sino en perpetuo cambio.
Además, como se aprecia en el gráfico de aquí arriba, durante los pasados 65 millones de años casi siempre el clima global ha sido mucho más cálido que en la actualidad, hasta 16 grados 0C más.
Esto no impide a los anticientíficos ecologistas actuales afirmar a diario que “el presente calentamiento del clima está acercándose a unos niveles que amenazan la existencia misma de la vida humana y de los animales”.
Sin embargo, los peces aparecieron hace unos 500 millones de años (durante el periodo Cámbrico) y no han dejado de diversificarse y colonizar todos los océanos y mares del Planeta … a pesar de que esos mares estaban muchísimo más calientes que en la actualidad.
Los mamíferos -al principio de muy reducido tamaño, semejantes a ratones- hicieron su aparición hace unos 220 millones de años y pudieron sobrevivir e ir poblando todas las masas terrestres tanto durante los calentamientos globales, como a través del larguísimo periodo de las grandes glaciaciones.
La última de las glaciaciones -que acabó hace unos 15.000 años- duró 6.000 años y los primitivos humanos que ya habitaban partes del Planeta, logrando sobrevivir … sin ninguna tecnología ni recursos financieros.
En Europa, únicamente en la península ibérica (los actuales España y Portugal) fue posible la supervivencia de varias culturas de humanos.
Las perspectivas climáticas del Planeta a medio plazo, para finales del S. XXI, no son en absoluto catastróficas
Todos los indicadores sobre los cambios en el clima muestran que nos encontramos en un periodo más, de los cientos que ha habido, de calentamiento global. Que esté en marcha otro periodo de calentamiento global no implica que nos esperan condiciones de vida dramáticas, ya no digamos de “amenaza existencial”.
Un ejemplo muy elocuente de esto son las olas de calor que tuvieron lugar en 2003 en el sur de Europa, que ocasionó un número muy elevado de muertes -en su gran mayoría de ancianos-, especialmente en Francia, sobre lo que escribí un artículo.
Entonces, relaté lo siguiente: “En julio y, sobre todo, en agosto de 2003 se produjo una gran ola de calor en Europa occidental. El número total de muertes causada por este fenómeno ascendió en Europa a unas 30.000”.
“La mortandad se centró en Francia, donde se produjeron unas 15.000 muertes (según el gobierno francés). Las cifras en otros países fueron unos 7.000 en Alemania, 4.200 en España, 4.000 en Italia, etc.”.
Continuaba yo del siguiente modo: “Como de costumbre, los ecologistas, a partir de un solo suceso -el verano de 2003- sacaban una conclusión para el medio plazo, viniendo a decir algo así como que: ¨Oleadas de calor y las consiguientes muertes se van a repetir con frecuencia en el futuro, constituyendo la nueva situación normal en Francia y en Europa. ¡Es urgente detener el calentamiento global!¨”
Las lúgubres previsiones de los ecologistas no se han cumplido. Ni siquiera en 2025 se han repetido las muertes de 2003. Hay que adaptarse a los cambios del clima, como siempre se ha hecho, no intentar impedir el calentamiento mundial
La “incómoda realidad” para los ecologistas es que -como de costumbre- se equivocaban completamente en sus sombríos augurios. Desde 2003 han pasado 22 años -casi un cuarto de siglo-, las olas de calor han seguido produciéndose y ni un solo verano, ni si quiera este de 2025, se ha reproducido en Francia (ni en otros países) el elevado número de muertes por el calor del verano de 2003.
Esta aparente contradicción es, en realidad, muy fácil de explicar. Las numerosas muertes por calor de 2003 no eran atribuibles principalmente a la ola de calor de dicho verano.
El principal motivo de la escalada de muertes en el verano de 2003 fue la falta de preparación de las autoridades sanitarias y de las residencias de ancianos ante la ya conocida eventualidad de futuros veranos más calientes de lo habitual que en el pasado.
Hasta 2003 los centros sanitarios y las residencias de Francia (y más allá) habían estado atendidas por un número muy insuficiente de doctores y de enfermeras. Además, apenas se habían instalado sistemas de acondicionamiento del aire en aquellos centros.
En el otoño de 2003 “El gobierno francés definió el llamado Plan Canicule, que se renueva anualmente. Con un reducido coste, se refuerzan las dotaciones de personal en los meses de verano, así como se efectúa un seguimiento meteorológico más intenso, para reaccionar a tiempo ante los indicios de una nueva ola de calor”.
“Las residencias de ancianos fueron dotadas de instalaciones de aire acondicionado, lo que no era usual anteriormente”.
Sobre la profunda dicotomía entre intentar -fútilmente- “frenar el calentamiento global” o emprender todo tipo de acciones regionales y locales para prevenir los efectos negativos del calentamiento que está en marcha, pueden leer el artículo que he escrito específicamente sobre esta cuestión.
Por ejemplo, los holandeses del siglo XIII acometieron la muy útil y efectiva construcción de diques de contención ante la permanente subida del nivel del Mar del Norte, durante las mayores tormentas. Diques que -oportunamente reforzados- siguen siendo útiles 8 siglos más tarde.
TOMADO DE ¿Son normales las olas de calor en Europa? - A orillas del Potomac
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