Esto es lo peor que un padre puede hacer al educar a sus hijos: "Les convertirá en adultos disfuncionales"
No solo perpetúa patrones dañinos, sino que también dificulta que sus hijos desarrollen una identidad emocionalmente sana
Romper con los patrones familiares dañinos es clave para la salud emocional de los hijos. Así lo advierte el terapeuta familiar Jerry Wise en una entrevista con Lewis Howes, donde explica qué es lo peor que un padre puede hacer repetidamente a sus hijos y cómo esto les afecta en su vida adulta.
"Lo que hará que sean adultos más disfuncionales es no romper su propio ciclo del pasado", señala Wise. Según el experto, muchos padres, sin ser conscientes, trasladan los problemas no resueltos de su propia infancia a su familia actual. Esto no solo perpetúa patrones dañinos, sino que también dificulta que sus hijos desarrollen una identidad emocionalmente sana.
El problema no es solo la manera en la que los padres se expresan, como los gritos o la rigidez en la educación. Wise advierte que "eso es un síntoma" de una disfunción familiar más profunda. "El problema real es la conexión no resuelta con una familia cuya 'trance' nunca ha sido roto", explica. En otras palabras, la falta de autonomía emocional de los progenitores influye directamente en la forma en la que educan a sus hijos.
Para Wise, una familia funcional debe estar basada en la conciencia de sus propias dinámicas y en la voluntad de cambiar lo que no funciona. Romper con un ciclo tóxico implica revisar la historia familiar, comprender sus efectos y tomar decisiones distintas para evitar que los mismos problemas pasen de generación en generación.
El impacto de estas dinámicas se ve en la vida adulta de los hijos, quienes pueden desarrollar inseguridades, dependencia emocional o dificultad para gestionar conflictos. Wise subraya que los padres deben hacer un trabajo interno para evitar trasladar sus propios traumas a sus descendientes. "No se trata solo de controlar la ira o los castigos, sino de comprender lo que hay debajo", destaca.
La clave, según el terapeuta, es generar un entorno donde los hijos puedan desarrollar su identidad sin cargar con los problemas emocionales de sus progenitores. Esto requiere introspección, responsabilidad y, en muchos casos, apoyo profesional. Porque el verdadero cambio comienza cuando los adultos deciden dejar de repetir los errores de sus propios padres.
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