Volver a Jesús
No me canso de decir que los cubanos debieran volver a la fe y los valores por distintas vías; una forma de hacerlo bien sería a través del arte y de la grandeza del cristianismo, de sus íconos tradicionales elevados al lenguaje único de la universalidad y la plenitud. Regresemos a la esencialidad de la vida, a la libertad y su alegría. Porque en ese reencuentro con nuestras raíces espirituales es donde hallamos el sentido y la fuerza para resistir y transformar nuestro presente. Solo así podremos recuperar la esperanza y la dignidad que tantas veces nos han querido arrebatar.
El Museo Americano de la Diáspora Cubana, museo del digno exilio, presentará el 7 de noviembre próximo la exposición titulada Selgas Esencial. Se trata de una muestra del excepcional trabajo artístico de Jesús Cepp Selgas, figura prominente del arte cubano y del exilio neoyorquino. Jesús, nombre que imprime en el deseo, magma volcánica del sentimiento contenido y concentrado, e impregna de una verdad divina, mediante el aceite empíreo de la imagen perdida, fugada, y reencarnada en el verbo supremo o sacrificado.
Esta exposición no solo celebra la maestría artística de Selgas, sino que también invita a reflexionar sobre la trascendencia de la fe, la identidad y la memoria en el contexto de la diáspora cubana. A través de sus obras, el artista nos conecta con esos valores extremados -como en la Oda a Francisco Salinas de Fray Luis de León- que nos permiten mantener viva la esperanza y el anhelo de liberación, aun lejos de la tierra natal, también fatal.
“El aire se serena
Y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.”
Esa sabia mano gobernada, del pintor entregado a la hispanidad en un acto de amor, puro, refinado, y también mestizo, deudor de una afortunada africanidad, porque como escribió José Martí: “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. En los campos de batalla murieron por Cuba, han subido juntas por los aires, las almas de los blancos y de los negros.” Son las almas de sus dioses, de los creadores de la virtud y la entrega.
Jesús Cepp Selgas es uno de esos guerreros reencarnados, de esos tesoros rescatados y reafirmados, que el Dios Neptuno y la Virgen de Regla nos trajeron, montados a horcajadas en encrespadas olas desde el Mariel. Selgas es de los acompañados y salvados por el mayor misterio de la Creación, Dios.
Cada cubano es un sobreviviente, pero cada artista cubano es un milagro en medio de los más disímiles contratiempos, de los que casi siempre saldrá airoso mediante la fuerza impulsora de su obra. La capacidad de crear, de transformar el dolor, la amargura en belleza y la referencia en eco, en fascinante caja de resonancias coincide en el don que distingue a quienes, pese a cualquier infortunio, persisten en expresar sus intenciones y propuestas y de tal modo elevar el espíritu desde una santidad individual e íntima. Así, el arte se convierte en refugio, en testimonio, predicción, y en promesa de futuro, reafirmando la dignidad y la esperanza, incluso en los instantes más solitarios y adversos.
Volvamos entonces doblemente al buen Jesús, en espiritualidad y en arte, al crucificado por nuestros pecados, y al encriptado para que podamos pecar en su nombre. Retornemos a él, porque Jesús nos reclama siempre generosos y compasivos, decentes, creadores, perfilados a su imagen y semejanza.
TOMADO DE Volver a Jesús
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