Cuando el egoísmo manda: qué es la personalidad oscura y cómo impacta en los vínculos, según la psicología
¿Alguna vez pensaste que las personas a tu alrededor son más egoístas o desconfiadas de lo que realmente son? Según la psicología, esa tendencia podría decir más sobre uno que sobre los demás. Es que los prejuicios personales no solo influyen en las decisiones cotidianas, sino también en la forma en que interpretamos el carácter y las intenciones de quienes nos rodean
En ese tono, nuevas investigaciones muestran que quienes poseen ciertos rasgos de personalidad tienden a proyectar esas mismas características en los demás, distorsionando la percepción social y afectando la confianza en las relaciones.
Un estudio publicado en la revista Judgment and Decision Making confirma que quienes obtienen puntajes elevados en el llamado Factor D, una construcción que agrupa características como el egoísmo extremo, el maquiavelismo y el narcisismo, suelen asumir que otras personas comparten esas mismas inclinaciones. Este resultado demuestra cómo los sesgos individuales distorsionan la percepción social y afectan la confianza en las relaciones interpersonales

Un artículo publicado en Psychological Review, describe el “Factor D” como un constructo general de personalidad que integra características como psicopatía, narcisismo, maquiavelismo, egoísmo, rencor y desprecio por los derechos de los demás. Vale destacar que “constructo” se refiere a la manera sistemática de agrupar síntomas, rasgos, actitudes o predisposiciones para facilitar la investigación, la evaluación y la comunicación en la ciencia.
Los autores explican que todos estos rasgos comparten una tendencia a priorizar el beneficio propio por encima del bienestar ajeno y una disposición a justificar conductas dañinas cuando resultan ventajosas.
Entre los componentes relevantes del Factor D se encuentran el sadismo, la psicopatía, la desconexión de la responsabilidad moral, la tendencia al rencor y la creencia de merecer un trato especial. Expertos afirman que estos rasgos aparecen en distintos grados dentro de la población y pueden ser medidos mediante instrumentos psicométricos específicos.

Con el objetivo de analizar cómo estos rasgos inciden en la percepción de los demás, el equipo de investigadores realizó cinco estudios independientes con más de mil adultos reclutados online, ninguno de los cuales presentaba diagnósticos clínicos previos ni fue seleccionado por sus características de personalidad.
Los participantes respondieron cuestionarios para determinar su nivel de Factor D y, posteriormente, evaluaron a desconocidos —representados con fotografías o descripciones— en cuanto a atributos como manipulación, desconfianza o narcisismo.
Los resultados mostraron que cuanto más alto era el puntaje en Factor D de una persona, mayor era la probabilidad de atribuir esos mismos rasgos a los demás. Este fenómeno, denominado similitud asumida, implica que las personas proyectan sus propias características en quienes las rodean, incluso sin información previa relevante.

La investigación publicada en Psychological Review confirma que quienes obtienen puntajes altos en el Factor D no sólo piensan y actúan de manera más manipuladora, hostil o autorreferencial, sino que también tienen mayor propensión a suponer que los demás presentan los mismos rasgos oscuros. Este fenómeno de similitud asumida afecta directamente la percepción social y mina la confianza interpersonal
El efecto fue consistente en los cinco experimentos, tanto cuando la evaluación se basó en descripciones como en imágenes reales. Expertos consultados por Psicología y Mente lo resumieron así: “Proyectamos nuestra oscuridad en los demás”.
En tanto, el estudio identificó también factores moduladores de esta proyección. Uno de los hallazgos más notables fue la influencia del atractivo físico: los participantes tendían a percibir mayor similitud con las personas consideradas más atractivas o agradables. Sin embargo, el sexo del evaluado no alteró de manera significativa el patrón, lo cual indica que la tendencia a asumir similitud se manifiesta de forma independiente al género.

Estos resultados permiten comprender de qué manera los sesgos personales obstaculizan la cooperación y la confianza en las relaciones sociales.
El equipo del trabajo publicado en Psychological Review subraya que el Factor D está asociado a una visión del entorno basada en la sospecha, la competitividad y la desconfianza. Este sesgo personal dificulta la construcción de relaciones abiertas, colaborativas y basadas en la reciprocidad en distintos ámbitos sociales.
Dicho de otro modo, quienes presentan niveles elevados de Factor D interpretan las interacciones como amenazas o escenarios competitivos, una perspectiva que dificulta la construcción de vínculos basados en la colaboración y el entendimiento mutuo. Reconocer la influencia de los propios rasgos y creencias puede facilitar relaciones más abiertas y menos condicionadas por proyecciones personales.
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