Emociones y política: el impacto del miedo y la alegría en el voto



Las emociones juegan un papel fundamental en el comportamiento político, influyendo en cómo los ciudadanos perciben y responden a los estímulos electorales. El miedo y la alegría, identificados como emociones clave por Paul Ekman, son herramientas poderosas utilizadas en las campañas políticas para movilizar o desactivar votantes. Desde las tácticas de campañas negativas hasta la importancia del entusiasmo, este análisis explora cómo la gestión emocional puede impactar las decisiones electorales y por qué una ciudadanía informada y emocionalmente equilibrada es esencial para fortalecer la democracia.

Las emociones en el comportamiento político

Paul Ekman fue el encargado de reconocer las cinco emociones. De estas, hay dos que son clave en el comportamiento político: el miedo y la alegría. Estas dos emociones, que son reacciones psicofisiológicas, se generan ante diversos estímulos y pueden influir significativamente en nuestra decisión de voto.

La táctica de la campaña negativa

Una de las tácticas más comunes y eficaces en la comunicación política es la campaña negativa. Se lanzan ataques contra el candidato rival, su propuesta, partido, etc. Cualquier objetivo es válido si se puede causar un impacto. Un entorno negativo, que ha sido fuertemente afectado por las noticias falsas en años recientes, genera dos posibles reacciones: ansiedad y entusiasmo.

Los estímulos políticos en época electoral

Los ciudadanos reciben numerosos estímulos políticos cada día. Este flujo de información aumenta en época de elecciones. Los partidos y candidatos buscan generar un ambiente de tensión y nerviosismo que movilice a sus votantes y desanime a los de la competencia. Para lograrlo, utilizan estrategias de campañas negativas que nos han mostrado cómo la ansiedad y el entusiasmo afectan el comportamiento político.

La distorsión del comportamiento político por ansiedad

Varios estudios (Robinson, Jost, Brader, entre otros) demuestran cómo la ansiedad distorsiona el comportamiento político. El uso repetido de mensajes negativos no solo atrae la atención de los votantes, sino que también puede provocar sus inseguridades. Crea un ambiente de duda en el que lo que antes se consideraba seguro se vuelve cuestionable. Por esta razón, las personas se ven forzadas a reevaluar sus creencias. La posibilidad de cometer un error despierta un proceso lógico que lleva al cerebro a ignorar cualquier información falsa. Sin embargo, la ansiedad provocada por la incertidumbre de una campaña negativa dificulta el pensamiento racional.

Desactivación del votante

Este proceso se inicia con la activación del córtex dorsal medial, la parte del cerebro encargada de la memoria a corto plazo, el razonamiento lógico y el manejo de errores. Cuando no se controla bien las emociones, el cerebro acepta el estímulo negativo. Es necesario resolver la discrepancia entre la nueva y la antigua información. El ciudadano busca en la red de información más datos. Si la campaña negativa es efectiva y se dirige correctamente, solo encontrará información desfavorable que socave sus creencias.

La efectividad de estas tácticas no radica en cambiar el voto de los ciudadanos, lo cual es complicado, sino en hacer que se inactiven. Generar un ambiente de dudas y la ansiedad que sienten los votantes pueden llevar a que no participen. Este es un efecto temporal que valida el uso de este tipo de estrategias comunicativas. No obstante, a largo plazo, puede resultar en efectos mucho más dañinos para el sistema político, ya que puede generar una falta de conexión permanente.

Educación emocional como escudo contra la ansiedad

La educación y la gestión de las emociones son esenciales para prevenir la ansiedad. Actuar de manera más lógica nos protege de caer en estas campañas desfavorables. Aunque es una regla simple, su aplicación es complicada debido al escaso interés en la política y a la limitada disponibilidad de información política. Los ciudadanos con menor formación política, que se informan principalmente a través de medios audiovisuales, son los más susceptibles a estas campañas. Solo el entusiasmo y la felicidad pueden ayudar a mantener firmes nuestras creencias.

El entusiasmo y la serotonina

El fervor por un candidato o un partido provoca un efecto adverso. Marcus, que investigó la conexión entre el entusiasmo y la participación política, evidenció la relevancia de esta emoción en las creencias políticas. Los candidatos que inspiran a sus votantes los vuelven más resistentes a las campañas negativas. Frente a este tipo de estímulo, no responden con nerviosismo, mantienen el control de sus emociones y afianzan su postura frente al ataque.

El interés por una candidatura y la duda frente a cualquier aspecto negativo brindan una segunda gratificación. No solo nos protege de estímulos negativos como las noticias falsas, sino que también nos ofrece un interesante beneficio. Votar de acuerdo con nuestras creencias hace que nuestro cerebro libere una buena cantidad de serotonina.

La importancia del manejo emocional en la política

Manejar las emociones, especialmente la ansiedad y el entusiasmo, es fundamental para comprender y moldear la conducta política. Estas emociones son poderosas herramientas que influyen en cómo los votantes perciben los mensajes políticos y toman decisiones. Las campañas electorales, conscientes de esto, suelen emplear estrategias diseñadas para crear ambientes de incertidumbre, utilizando estímulos negativos para generar dudas y tensiones. Esto puede saturar a los votantes emocionalmente, dificultando su capacidad para analizar racionalmente la información.

El impacto de estas tácticas no es uniforme y varía según el nivel de educación, formación política y acceso a fuentes de información confiables que tenga cada individuo. Las personas con menor conocimiento o interés en política suelen ser más vulnerables a estas estrategias, ya que les resulta más difícil distinguir entre hechos y manipulaciones emocionales. Además, el temor a perder aquello que valoran o consideran importante —ya sea un ideal político, una propuesta o incluso una identidad cultural— puede intensificar estas respuestas emocionales y hacer que los votantes actúen de manera impulsiva o se desactiven por completo, evitando participar en el proceso electoral.

Por lo tanto, aprender a gestionar tanto la ansiedad como el entusiasmo es crucial para tomar decisiones políticas más informadas y menos influenciadas por tácticas de manipulación emocional. Fomentar una ciudadanía educada y emocionalmente equilibrada es esencial para contrarrestar estas tácticas y fortalecer la democracia.


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