El silencio de los cubanos
De Idolidia Darias en 01/30/2025 |
...han logrado que buena parte de la población haya aceptado este pacto de silencio en donde los líderes son como estatuas de mármol a los que no se les puede tocar ni con el pétalo de una flor, seres perfectos y con atributos que rozan lo sobrenatural.
Publicado en 2012 en el blog 4gatos lo comparto hoy porque no pierden vigencia las ideas expuestas por cubanos conocedores de la historia cubana. Puede leerlo en su sitio original aunque lo copiamos aquí porque cuando divulgué el video que presenté en mi canal el autor del post me lo compartió en X y yo de pronto recordé esa frase que por estos días he usado mucho: "te lo dije, él lo dijo, nosotros lo dijimos".
Durante más de 50 años se ha instaurado en nuestro país la cultura del silencio, un silencio cómplice del que participan casi todos. A golpe de instaurar primero el terror y después el endiosamiento de líderes e ideología, esto último a través de un adoctrinamiento concienzudo, garantizado por el control absoluto de la enseñanza y los medios de comunicación, han logrado que buena parte de la población haya aceptado este pacto de silencio en donde los lideres son como estatuas de mármol a los que no se les puede tocar ni con el pétalo de una flor, seres perfectos y con atributos que rozan lo sobrenatural.
De la misma manera, todo lo que emana del poder tiene una connotación similar, cercana a lo sagrado, y que muchas veces se identifica con la figura del líder. Este mecanismo de control, del que participa la población muchas veces con entusiasmo, es una garantía para todas las partes de que nada se moverá de sitio, cada día será como el anterior y así por siempre. Para la mayoría las cosas están mal, pero piensan que podrían estar peor si se atreven a cambiarlas. El silencio es un acto de resignación y complicidad con el poder, mientras que la idealización de lideres y poder del sistema, ejerce la función simbólica de ofrecer una salida digna a nuestra autoestima, que además se nutre de conceptos como el llamado a mantener la unidad nacional, la identificación de nación con Revolución o Socialismo, y un chovinismo que pretende ocultar no sólo nuestra miseria material sino, lo que es peor, espiritual.
Detrás del silencio hay siempre una apuesta por la mentira, que a la larga resulta empobrecedora como quiera que se mire. En Cuba, la ineficiencia del sistema esta, en buena medida, condicionada por la existencia de temas tabú, nada que exponga los errores y la fragilidad del poder puede salir a la luz, siempre que pensamos en esto lo vemos desde la perspectiva represora de mantener controlada a la masa, partiendo del control primero de la información, y olvidamos que la otra cara de la moneda es que la ausencia, por decreto, de la voz de la oposición, que sería la lógica contrapartida del poder y obligaría a este a perfeccionar la gestión del país, es determinante para el fracaso del sistema comunista. Es decir, lo que la dictadura gana en control por un lado lo pierde por otro pues el constante temor a perder el poder es un freno al desarrollo del país en casi todas las esferas de la vida nacional y esto se traduce en una pobreza que podría terminar dinamitando la fe en el sistema, expresada en el pacto de silencio al que hacia referencia, dejando el uso de la fuerza casi como salida exclusiva de control en algún punto. La cuestión es cuanta pobreza material se necesita para que un hombre rompa el pacto de silencio, o se necesita que además sea consciente de la pobreza espiritual a la que lo ha llevado la dictadura comunista y la parte de responsabilidad que tiene en la construcción de su propia historia personal y en la de los demás.
No importa cuan lejos estemos de nuestra patria, cuantos bienes materiales hayamos conseguido acumular, la elección entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, sigue siendo la lucha de cada día en nuestras vidas.
La búsqueda de un líder carismático y con poderes mesiánicos, las chispas que levantan las críticas a la oposición, con razón o sin ella, los intentos por silenciar los errores que se cometen en nuestras filas, curiosamente en nombre de la unidad y la fragilidad de la oposición, la falta de objetividad acerca de la realidad de nuestro pueblo visto a través de su historia sin chovinismo, es una muestra de que la cultura del silencio, empobrecedora, que no edifica al otro ni lo impulsa a ser mejor, que invita a traicionarnos, y que nos habla de nuestra pobreza espiritual, se marchó de Cuba en muchos de nosotros.
Es una apuesta por la mentira que no nos separa de la dictadura sino que nos mantiene en plena comunión con ella.
TOMADO DE
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